LA CASA BLANCA
Oficina del Secretario de Prensa
del sábado 14 de noviembre de 1998
Real
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DISCURSO POR RADIO DEL PRESIDENTE
Y LA SRA. GORE
A LA NACIÓN
Salón Roosevelt
EL PRESIDENTE: Hoy quisiera hablarles sobre el huracán
que azotó a América Central hace dos semanas y sobre la
ayuda que Estados Unidos está brindando a los damnificados. Me
acompaña Tipper Gore, quien relatará el viaje a la región
en el cual encabezó nuestra delegación.
Cuando el huracán Mitch pasó por el Caribe, nosotros
nos salvamos de lo peor de la tormenta, pero nuestros vecinos de Honduras,
Nicaragua, El Salvador y Guatemala no tuvieron tanta suerte. En esos
países, el huracán cobró más de 10.000 vidas.
Sin embargo, esa cifra nos permite vislumbrar apenas la magnitud de
la devastación.
Cientos de miles de personas quedaron sin techo. Debido a las avalanchas
y el desmoronamiento de puentes, es difícil enviar ayuda. En
extensas zonas, la gente casi no tiene alimentos y agua. El huracán
destruyó caminos, granjas, escuelas y hospitales.
Tipper Gore encabezó nuestra misión presidencial a la
región, y me acaba de informar sobre la situación. Voy
a pedirle que nos relate lo que vio.
LA SRA. GORE: Gracias, Sr. Presidente.
En Honduras visitamos un vecindario devastado por la tormenta y participamos
en la limpieza de una escuela donde se instalará un hospital
de campaña. Esa noche dormí en una carpa junto a un refugio
para familias que quedaron sin techo. Allí conocí a una
mujer que estaba embarazada de seis meses, una abuela que estaba cuidando
a cuatro nietos y un hombre solo y ciego. Habían perdido todo
lo que tenían. Ahora viven todos en un cuarto y duermen sobre
esteras.
En Nicaragua visité un centro de refugiados para más
de mil hombres, mujeres y niños que vivían en la ribera
de un río y perdieron la vivienda. La situación es inimaginable.
El gobierno ha asignado un terreno dividido en parcelas, una por familia.
Su abrigo consiste en láminas de plástico. Cunden las
enfermedades, y ahora la principal preocupación es la falta de
alimentos, agua y medicamentos.
Sin embargo, en todas partes me sorprendió la tenacidad de la
gente. No se sienten derrotados. Están haciendo limpieza y reconstruyendo
su vida. En Honduras, los dirigentes comunitarios están ayudando
a los más necesitados a llevar suministros a las zonas más
alejadas. En los refugios improvisados de Managua, muchas personas estaban
midiendo los cimientos de las paredes que levantarán cuando consigan
materiales.
Es obvio que este desastre les ha destruido sus hogares, pero no el
ánimo. Sobrevivirán, y estaremos a su lado en la lucha.
EL PRESIDENTE: Gracias, Tipper. Gracias por el viaje y por sus
recomendaciones con respecto a lo que Estados Unidos debe hacer ahora.
El lunes próximo, la primera dama también viajará
a la región. Queremos hacer todo lo posible para ayudar, ahora
y más adelante. A fin de responder rápidamente a la catástrofe,
ordené el envío de ayuda de emergencia por valor de US$80
millones. Más de 1.300 soldados estadounidenses están
colaborando en la labor de socorro, proporcionando alimentos, agua y
medicamentos. Hay ingenieros reconstruyendo caminos, helicópteros
y aviones transportando suministros vitales 1.300.000 toneladas hasta
la fecha y más ayuda en camino.
A raíz del viaje de la Sra. Gore, ofreceremos US$45 millones
en bienes y servicios de defensa adicionales a fin de proveer a nuestras
tropas los recursos que necesitan para continuar su trabajo decisivo
de apoyo a la recuperación.
También he pedido al Secretario del Tesoro, Bob Rubin, que busque
la mejor manera de aliviar la deuda y proporcionar ayuda financiera
de urgencia de Estados Unidos y la comunidad internacional. Ya hemos
exhortado a varias instituciones internacionales a que proporcionen
más de US$500 millones en asistencia financiera a corto plazo
y estamos trabajando con estas instituciones a fin de obtener fondos
suficientes para la reconstrucción.
Por último, prorrogaremos hasta después de las festividades
de fin de año la suspensión de la orden de deportación
de ciudadanos de los países afectados que viven en Estados Unidos,
mientras examinamos con urgencia las recomendaciones relativas al suministro
de socorro adicional, según lo que me recomendó la Sra.
Gore.
Las tormentas no respetan fronteras, y nosotros debemos responder de
la misma forma. Muchos estadounidenses tienen familiares en América
Central. También tenemos lazos como naciones: son nuestros amigos
y vecinos, y con ellos compartiremos el futuro. Estados Unidos brilla
cuando tiende una mano a los amigos que lo necesitan. Los centroamericanos
realizaron enormes esfuerzos durante la última década
para poner fin a los conflictos y fortalecer la democracia. No podemos
permitir que un huracán ahogue estas aspiraciones, y no lo haremos.
Estados Unidos no escatimará ayuda a los pueblos de América
Central, nuestros compañeros centroamericanos, en la labor de
construcción de un mundo mejor en un nuevo siglo.
Gracias por escucharme.
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